Yohana Vargas – El Huracán “Nada mejor que la verdad”
Solo unos días faltan para que Gabriel Capriles, Jamilet Rondón y mi persona cumplamos un (1) año de haber sido despedidos injustificadamente de nuestros puestos de trabajo en el diario El Siglo C.A., y la única conclusión que puedo sacar de esta experiencia es que el sistema laboral venezolano tanto en la cuarta como en la quinta república es inoperante, obsoleto e injusto.
Este ha sido un año de ver con nuestros propios ojos la ineficiencia de las instituciones creadas para hacer valer los derechos de los trabajadores, tales como las inspectorías del trabajo y el Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales (Inpsasel).
Con toda serenidad puedo decir que la mayoría de quienes allí laboran y sobre todo, la mayoría de las personas responsables de las direcciones principales del Inpsasel y la Inspectoría del Trabajo (caso Maracay) no sirven, no están capacitadas y nada les obliga a cumplir con las funciones para las que han sido preparados y por las que están cobrando desde hace años. Andan al garete.
No es posible que durante meses, aún antes de nuestros despidos, levantamos decenas de actas firmadas por los agraviados donde se dejaba constancia de los abusos patronales dentro de la empresa comunicacional El Siglo C.A., y ningún funcionario del Inpsasel – organismo que queda a muy pocas cuadras de la citada empresa – haya querido atender las denuncias, o por lo menos haya hecho alguna investigación para comprobar los hechos que narramos en esas actas.
A estas alturas me pregunto: ¿dónde fueron a parar esas actas que consignamos oportunamente en el Inpsasel y en la Inspectoría del Trabajo de Maracay?.
Para lo que sí son eficientes ambos organismos es para vender la lucha de los trabajadores de cualquier empresa o compañía. Es alarmante comprobar que más se tarda un trabajador en entrar a cualquiera de estas instituciones públicas para denunciar algún abuso laboral cuando el propio patrono es informado vía telefónica por algún funcionaro rapaz, siendo puesto sobre aviso y alertado tanto para que coloque correctivos de inmediato sobre la deficiencia denunciada como para que castigue al trabajador que osó denunciarle.
En muchas ocasiones advertimos a la inspectoría y al Inpsasel sobre las vejaciones fisicas, morales, laborales y psicológicas a las que fuimos sometidos durante meses por parte del patrón de El Siglo C.A., Tulio Capriles Mendoza, y nada pasó.
Son tan de mala muerte los funcionarios encargados de ambos organismos que hace unos días acudimos al Inpsasel para tratar de revivir nuestras denuncias, a ver si pasaba algo, pero ¿cuál fue la sorpresa?, se nos trató de impedir la entrada a dicho lugar porque el encargado de la recepción es un infiltrado de Tulio Capriles Mendoza que Dios sabe cómo fue a lograr un cargo en ese organismo y sencillamente nos saboteó la visita al lugar y de paso avisó a su gente de El Siglo C.A., sobre nuestra presencia.
Funcionarios de pacotilla son en su mayoría quienes laboran para el gobierno, haciendo de la lucha de un pueblo urgido de justicia social algo más que inalcanzable. ¿Hasta cuándo durará esta maldición?.
Igual ocurrió hace poco con una funcionaria de la Inspectoría de Maracay, quien filtró información sobre nuestros casos a los abogados de Tulio Capriles Mendoza, poniéndoles al tanto de los pasos que estamos dando para lograr la aplicación de multas y sanciones por el incumplimiento de la orden de reenganche a favor nuestro.
Así están las cosas en nuestro querido país: por donde el pobre mete la cabeza pronto brinca el hachazo.
Logramos un reenganche en noviembre 2007, es decir ese Ministerio del Trabajo penetrado por las mafias y muy a pesar del billete que corrió nos dio la razón y nos reivindicó en papel el derecho a volver a nuestros puestos de trabajo, ¿pero qué ha pasado de allí en adelante?: Nada. El patrón sigue tranquilo, obteniendo dólares para comprar insumos en el exterior, nuestras multas nunca se han materializado, no hemos cobrado nuestras prestaciones, utilidades, vacaciones, antigüedad, ni nada de nada. ¿Y alguien acaso obligará a Tulio Capriles Mendoza a cumplir con la ley venezolana?.
En este momento me viene a la mente una película latinoamericana que en cierto modo refleja una frustración de muchos: “Es mejor ser rico que pobre”. Porque puedes matar, puedes robar, puedes burlarte de la ley, puedes vender droga, puedes violar, pero si eres pobre estás jodido.
Y de manera retorcida me alegro de todo esto que he vivido y he visto en un año, porque se me cayó el vendaje, el socialismo propuesto por el presidente Hugo Chávez ni siquiera se ha gestado en nuestro país, ahora más que nunca a nadie le importa nadie en Venezuela, estamos mal.
Solo unos días faltan para que Gabriel Capriles, Jamilet Rondón y mi persona cumplamos un (1) año de haber sido despedidos injustificadamente de nuestros puestos de trabajo en el diario El Siglo C.A., y la única conclusión que puedo sacar de esta experiencia es que el sistema laboral venezolano tanto en la cuarta como en la quinta república es inoperante, obsoleto e injusto.
Este ha sido un año de ver con nuestros propios ojos la ineficiencia de las instituciones creadas para hacer valer los derechos de los trabajadores, tales como las inspectorías del trabajo y el Instituto Nacional de Prevención, Salud y Seguridad Laborales (Inpsasel).
Con toda serenidad puedo decir que la mayoría de quienes allí laboran y sobre todo, la mayoría de las personas responsables de las direcciones principales del Inpsasel y la Inspectoría del Trabajo (caso Maracay) no sirven, no están capacitadas y nada les obliga a cumplir con las funciones para las que han sido preparados y por las que están cobrando desde hace años. Andan al garete.
No es posible que durante meses, aún antes de nuestros despidos, levantamos decenas de actas firmadas por los agraviados donde se dejaba constancia de los abusos patronales dentro de la empresa comunicacional El Siglo C.A., y ningún funcionario del Inpsasel – organismo que queda a muy pocas cuadras de la citada empresa – haya querido atender las denuncias, o por lo menos haya hecho alguna investigación para comprobar los hechos que narramos en esas actas.
A estas alturas me pregunto: ¿dónde fueron a parar esas actas que consignamos oportunamente en el Inpsasel y en la Inspectoría del Trabajo de Maracay?.
Para lo que sí son eficientes ambos organismos es para vender la lucha de los trabajadores de cualquier empresa o compañía. Es alarmante comprobar que más se tarda un trabajador en entrar a cualquiera de estas instituciones públicas para denunciar algún abuso laboral cuando el propio patrono es informado vía telefónica por algún funcionaro rapaz, siendo puesto sobre aviso y alertado tanto para que coloque correctivos de inmediato sobre la deficiencia denunciada como para que castigue al trabajador que osó denunciarle.
En muchas ocasiones advertimos a la inspectoría y al Inpsasel sobre las vejaciones fisicas, morales, laborales y psicológicas a las que fuimos sometidos durante meses por parte del patrón de El Siglo C.A., Tulio Capriles Mendoza, y nada pasó.
Son tan de mala muerte los funcionarios encargados de ambos organismos que hace unos días acudimos al Inpsasel para tratar de revivir nuestras denuncias, a ver si pasaba algo, pero ¿cuál fue la sorpresa?, se nos trató de impedir la entrada a dicho lugar porque el encargado de la recepción es un infiltrado de Tulio Capriles Mendoza que Dios sabe cómo fue a lograr un cargo en ese organismo y sencillamente nos saboteó la visita al lugar y de paso avisó a su gente de El Siglo C.A., sobre nuestra presencia.
Funcionarios de pacotilla son en su mayoría quienes laboran para el gobierno, haciendo de la lucha de un pueblo urgido de justicia social algo más que inalcanzable. ¿Hasta cuándo durará esta maldición?.
Igual ocurrió hace poco con una funcionaria de la Inspectoría de Maracay, quien filtró información sobre nuestros casos a los abogados de Tulio Capriles Mendoza, poniéndoles al tanto de los pasos que estamos dando para lograr la aplicación de multas y sanciones por el incumplimiento de la orden de reenganche a favor nuestro.
Así están las cosas en nuestro querido país: por donde el pobre mete la cabeza pronto brinca el hachazo.
Logramos un reenganche en noviembre 2007, es decir ese Ministerio del Trabajo penetrado por las mafias y muy a pesar del billete que corrió nos dio la razón y nos reivindicó en papel el derecho a volver a nuestros puestos de trabajo, ¿pero qué ha pasado de allí en adelante?: Nada. El patrón sigue tranquilo, obteniendo dólares para comprar insumos en el exterior, nuestras multas nunca se han materializado, no hemos cobrado nuestras prestaciones, utilidades, vacaciones, antigüedad, ni nada de nada. ¿Y alguien acaso obligará a Tulio Capriles Mendoza a cumplir con la ley venezolana?.
En este momento me viene a la mente una película latinoamericana que en cierto modo refleja una frustración de muchos: “Es mejor ser rico que pobre”. Porque puedes matar, puedes robar, puedes burlarte de la ley, puedes vender droga, puedes violar, pero si eres pobre estás jodido.
Y de manera retorcida me alegro de todo esto que he vivido y he visto en un año, porque se me cayó el vendaje, el socialismo propuesto por el presidente Hugo Chávez ni siquiera se ha gestado en nuestro país, ahora más que nunca a nadie le importa nadie en Venezuela, estamos mal.