YMVB - El Huracán, "Nada Mejor que la verdad"
Los judas del siglo XXI se venden por mucho más que treinta monedas de plata. La historia habla por sí sola. Son estos eternos personajes quienes le imprimen realidad a la vida misma pues siempre habrá cobardes, siempre habrá traidores y siempre habrá hombres buenos, como nuestro señor Jesucristo quien fue delatado, vendido, por uno de sus apóstoles en quien tanto confió en su vida.
Cada año se identifica al judas del momento, se le reconoce por sus faltas, se le pone en evidencia a ver si siente un poco de vergüenza ante sus repetidas traiciones.
De esa cobardía saben todos, y ello le hace merecedor del peor de los castigos: la horca y la quema.
Cualquier árbol de roble o samán es perfecto para colgarlo. En Maracay tenemos decenas de variedades cuyos troncos altísimos permitirán la mejor vista al pueblo ávido de justicia y sediento de venganza ante la traición de Judas.
Pero antes debe ser arrastrado como delincuente que es, por las calles y avenidas. Luego se lee su testamento, se cuelga y se quema.
Y algo ineludible de recordar de este pasaje de la Biblia: el tonto Judas nunca pudo disfrutar las treinta monedas por las que vendió a Jesús porque el martirio de la culpa, el saberse un completo cobarde lo arrastraron a colgarse al amanecer, lo cual es una advertencia para los modernos judas de nuestra sociedad: más temprano que tarde caen en en la hoguera de su propia miseria.
Los judas del siglo XXI se venden por mucho más que treinta monedas de plata. La historia habla por sí sola. Son estos eternos personajes quienes le imprimen realidad a la vida misma pues siempre habrá cobardes, siempre habrá traidores y siempre habrá hombres buenos, como nuestro señor Jesucristo quien fue delatado, vendido, por uno de sus apóstoles en quien tanto confió en su vida.
Cada año se identifica al judas del momento, se le reconoce por sus faltas, se le pone en evidencia a ver si siente un poco de vergüenza ante sus repetidas traiciones.
De esa cobardía saben todos, y ello le hace merecedor del peor de los castigos: la horca y la quema.
Cualquier árbol de roble o samán es perfecto para colgarlo. En Maracay tenemos decenas de variedades cuyos troncos altísimos permitirán la mejor vista al pueblo ávido de justicia y sediento de venganza ante la traición de Judas.
Pero antes debe ser arrastrado como delincuente que es, por las calles y avenidas. Luego se lee su testamento, se cuelga y se quema.
Y algo ineludible de recordar de este pasaje de la Biblia: el tonto Judas nunca pudo disfrutar las treinta monedas por las que vendió a Jesús porque el martirio de la culpa, el saberse un completo cobarde lo arrastraron a colgarse al amanecer, lo cual es una advertencia para los modernos judas de nuestra sociedad: más temprano que tarde caen en en la hoguera de su propia miseria.